sábado, 10 de julio de 2010

Pueblos y Naturaleza - Trabajo V - Texto Desaparición del Lago Chad

El lago Chad ha perdido el 90% de su superficie en 40 años

Jueves, 2 de Noviembre de 2006
El Lago Chad (Lac Tchad/Lake Chad) es un lago poco profundo que se encuentra situado en la frontera entre Chad,Níger, Nigeria y Camerún, en África, en la región del Sahel. Su superficie ha ido disminuyendo con el paso del tiempo. Su retroceso es debido, sin duda, al cambio climático (reducción de las precipitaciones y aumento de la evaporación) y la demanda creciente de agua del lago y de sus ríos tributarios para regadíos y otros usos que han acelerado su retroceso en los últimos 40 años, perdiendo el 90% de su tamaño.

El lago toma el nombre de este país (Chad) puesto que es este país en el que se encuentra la mayor parte, y en el que el lago se encuentra situado en un lugar más significativo. Su importancia económica es vital, dado que su cuenca provee agua a la mayoría de los chadianos.
Se cree que el lago corresponde a los restos de un antiguo mar interior, del cual se estimaba que cubría un área de 400.000 km² hace 6.000 años. Cuando fue descubierto por los europeos en1823 era uno de los mayores lagos del mundo, pero se ha reducido considerablemente desde entonces. En la década de 1960 el área cubierta por sus aguas era de 26.000 km², lo cual le convertía en el cuarto mayor lago de África. En 2000 su extensión se había reducido a menos de 1.500 km². Hoy, el clima es seco y la profundidad del lago, que en 1960 alcanzaba seis metros, se ha reducido a un metro y medio y cubre apenas 1.000 k m². Los pronósticos indican que el lago continuará reduciéndose e incluso acabará secándose a lo largo del Siglo XXI.

Los principales ríos afluentes del lago Chad son el Chari y el Logone, que provienen de las tierras altas del Camerún y de la República Centro Africana. Estos sistemas son los principales abastecedores de agua al lago: 28 mil millones y 12 mil millones de metros cúbicos por año, respectivamente. Los ríos inundan anualmente sus llanuras aluviales (las Yaeres) y anegan las orillas del lago. La zona que se inunda efectivamente se estima en unas 59 millones de hectáreas.

Las Yaeres son el “granero” de Chad. Se cultiva arroz utilizando las aguas de inundación y se planta mijo en las zonas más secas o luego del retroceso de la creciente. También se practica la cría de ganado en asociación con las actividades agrícolas utilizando estrategias itinerantes. Más de 100.000 cabezas son traídas a pastar a los Yaeres cada año. Además, los pobladores locales capturaban un promedio de 80.000 toneladas anuales de pescado a partir de los ecosistemas acuáticos de la cuenca, aunque cada vez este monto es menor.

Una de las consecuencias socioeconómicas más visibles del retroceso del lago es la crisis en la actividad pesquera, de la que dependen cientos de miles de personas. Al perder su medio para obtener su sustento, un número cada vez mayor de pescadores se ven obligados a convertirse en agricultores en un país en donde las tierras fértiles son escasas, debido a que se encuentra en el Sahel africano, zona de transición entre el desierto del Sahara al norte y la selva ecuatorial del Congo al sur.



En la década de 1960 se aprobó un gran proyecto de “desarrollo” con financiación internacional (Banco Mundial) con el propósito de asegurar un sistema de irrigación para las tierras bajas del Chad: el Proyecto de Irrigación del Sur del Chad (South Chad Irrigation Project - SCIP). Se suponía que el proyecto iba a utilizar el agua del lago y de los ríos tributarios para “reverdecer los desiertos” y aumentar la cantidad de tierras destinadas a las actividades agrícolas y ganaderas, buscando así disminuir la pobreza extrema y el hambre de los chadianos. La planificación comenzó en 1962 al fin de un año de lluvias inusualmente elevadas, por lo cual se tomaron en cuenta datos que no reflejaban la realidad en cuanto a la cantidad de agua que podía ser transportada en canales desde el lago hasta las tierras de cultivo y pastoreo. De acuerdo con uno de los expertos que participó en el diseño del proyecto, la elaboración del mismo fue llevada a cabo en forma irresponsable. El estudio hidrológico se hizo en tan solo tres semanas y la idea de utilizar otras fuentes hídricas “fue dejada de lado sin mayor consideración”. Se suponía que el proyecto podría ser operativo a cualquier nivel de agua del lago. Como resultado de este proyecto, en muy poco tiempo aumentó la cantidad de cabezas de ganado y trajo como consecuencia el sobrepastoreo.

En 1992 la reducción de la superficie y del volumen de agua de Lago Chad era evidente. Las zonas de toma de agua de los canales estaban desprovistas de ese vital elemento y muchas embarcaciones yacían abandonadas deshaciéndose sobre la tierra seca, en algunos casos a 60 kilómetros de la orilla actual del lago. Cuatro mil kilómetros de canales estaban permanentemente secos y algunas aldeas que habían sido inundadas por las crecientes de 1960 estaban a casi 100 kilómetros de la costa. No se espera que la situación mejore en el futuro. El lago pierde varios centímetros de agua por evaporación todos los años y los caudales de los ríos Logone y Chari han disminuido a la mitad.


Como consecuencia de la mala planificación, no solo los pescadores se ven afectados negativamente por el retroceso del lago y el avance del desierto. Los agricultores y ganaderos que se vieron beneficiados en un principio, terminaron siendo perjudicados. La pérdida en las cosechas y la mortandad del ganado hace caer en la pobreza y hasta en el hambre a miles de chadianos, que deben además, hacer frente a la escasez de agua potable y al aumento de las enfermedades en la población.



Exiliados del clima
Son 22 millones de personas las que viven en la cuenca del lago; de ellas, unas 300.000 extraen su sustento directamente de sus orillas.
Nigeria ya no tiene acceso a él porque la retirada de las aguas lo ha alejado de sus fronteras. La escasez de lluvias produce verdaderos refugiados climáticos, que cambian de la pesca a la agricultura en los fondos del lago o se hacen pastores de escuálidos rebaños y sufren los límites de la supervivencia cotidiana. Hace 40 años, el agua tenía una profundidad media de seis metros; hoy no supera el metro y medio. Pescadores anclados a la tierra. “La vida es muy dura aquí, no me debo desanimar. Es Dios quien ha creado el lago y no hay que desanimarse nunca frente a una creación de Dios”, dice Moussa Gao, pescador nigeriano.
Ngouma es una septentrional aldea en Camerún y tiene 538 habitantes, y de ellos 406 son mujeres. La mayoría de los hombres, especialmente los que aún pueden trabajar en los campos, se fueron a causa de la degradación de la tierra y la desertificación. "Los ganaderos están emigrando a otras áreas de pastoreo más al sur y los pescadores van hacia el norte, a lo que queda del lago Chad, que se ubica apenas a nueve kilómetros. Aquellos que no tienen empleo fijo se dirigen a las ciudades", dijo Yaya Djouldé, líder de la aldea.



Desde comienzos de los años 70, Ngouma y otros poblados de la provincia de Maroua recibieron sólo unos 200 milímetros de lluvias anuales, dijo Martin Ndongmo, ingeniero agroforestal. "Esta escasez de agua condujo a una gran degradación de la tierra arable. La deforestación y el pastoreo excesivo están terminando el trabajo de la naturaleza", dijo Ndongmo, al señalar que la temperatura promedio a la sombra es de 45 grados.
En vista de las extensas temporadas secas, que duran siete u ocho meses al año, quienes se ganan la vida con la agricultura prueban suerte en otras partes. "Nuestros esposos e hijos se han ido uno tras otro, dejándonos aquí solas para sobrevivir. Caminamos unos ocho kilómetros cada día sólo para buscar agua, que a menudo está sucia", señaló Chantal Moudeina, una mujer de 41 años de Ngouma.

Ahora sus hijos tienen 11 y siete años, pero Moudeina sabe que, si la situación no cambia, ellos también se irán de este lugar semiárido y azotado por la pobreza apenas tengan la edad suficiente para trabajar. Estadísticas del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de Camerún muestran que 11.000 de los 34.000 kilómetros cuadrados que constituyen la superficie de Maroua ya fueron afectados por la desertificación.

Según el ministerio, esto tuvo como resultado que 25 mil habitantes de la región estén amenazados por el hambre. "La migración estacional, los problemas entre los ganaderos y los agricultores, la inseguridad alimentaria y las enfermedades vinculadas con el agua que se ven en estas áreas son, en su mayor parte, una consecuencia de la desertificación", dijo Lucie Aboudi, de la organización no gubernamental Save the Earth en Maroua.

El gobierno tomó medidas para combatir la desertificación. Luego de las primeras señales de sequía, entre 1969 y 1974, se instauró un comité para abordar el problema, recordó Martin Mbella, geólogo del National Geographic Institute de Yaoundé. "El Proyecto Agropastoral Permanente nos encomendó la tarea de promover el manejo racional del suelo de pastoreo, y el resultado fue la creación de una oficina para administrar las existencias de cereales para épocas de escasez", explicó. Pero estos esfuerzos todavía no tuvieron impacto en la sociedad civil. "Uno puede crear comités para cada catástrofe ecológica, adoptar planes de acción o firmar convenciones y tener la mejor de las intenciones. Pero si el financiamiento no continúa y si el Estado no está determinado a actuar, entonces la desertificación causará aún más desastres", dijo una indignada Pauline Akamba, maestra de una escuela primaria en Kousseri, en el extremo norte de Camerún.

La situación en Ngouma parece justificar las preocupaciones de las organizaciones no gubernamentales. Durante la temporada seca, los habitantes de la aldea usan una técnica que consiste en cubrir el suelo con paja para protegerlo de los rayos del sol, lo que ya está dando resultados positivos en la central región africana de Sahel, particularmente en Burkina Faso. Pero en ausencia de un apoyo sólido por parte del Estado camerunés o de organizaciones no gubernamentales, estos esfuerzos no consiguen ganar impulso, para único beneficio del desierto, que no deja de avanzar, según Djouldé.

Los aldeanos también construyen represas para retener el agua e impedir que el suelo sea arrasado durante las infrecuentes lluvias. Sin embargo, todo es fácilmente destruido por el viento. Y mientras la desertificación invade la poca tierra arable que aún existe, también corroe la riqueza nacional.